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Hard, Soft & Smart Power: ¿Cuál es la diferencia?

Hard, Soft & Smart Power: ¿Cuál es la diferencia?
Soldados en batalla. En el pasado, la fuerza militar era el atributo definitivo del poder, pero eso está cambiando últimamente. Foto con licencia CC0.

En Relaciones Internacionales, los conceptos de poder duro (hard power), poder blando (soft power) y poder inteligente (smart power) han sido introducidos por Joseph Nye en la década de 1990. Él buscaba comprender un mundo en el que la Unión Soviética se estaba colapsando y Estados Unidos parecía preparado para gobernar sin oposición. Sin embargo, él se dio cuenta de que la supremacía estadounidense se basaba en mucho más que su pura fuerza militar y económica. Ella también se basaba en la cultura y los valores estadounidenses, y en su aceptación mundial. Esos atributos de poder, generalmente en combinación, explican por qué los países tienen éxito o fracasan internacionalmente. Pero diferenciarlos nos ayuda a entender cuál es la mejor estrategia de política exterior para cada país.

¿Qué es el poder en las relaciones internacionales?

Según Chris Brown y Kirsten Ainley, hay 3 categorías de poder:

  • El poder es un atributo: es algo que los Estados poseen o tienen acceso. En otras palabras, es algo que tienen a mano para desplegar en el mundo. Ejemplos de eso son el tamaño de la población, la amplitud territorial, el tamaño de las fuerzas armadas, el éxito de una economía, etc. La cantidad y la importancia de esos factores pueden cambiar con el tiempo. Por ejemplo, las armas nucleares permiten a Corea del Norte librar una guerra incluso con un ejército relativamente pequeño.
  • El poder es una relación: es la capacidad que tienen los Estados para ejercer influencia sobre otros, para conseguir lo que quieren en el mundo. En otras palabras, es la habilidad de conseguir que alguien haga lo que no haría (compeler a otros) o no hacer lo que haría (disuadir a otros).
  • El poder es la propiedad de una estructura: es algo que instiga o impide el cambio en las estructuras sociales. Por ejemplo, Antonio Gramsci, un revolucionario marxista, creía que era más fácil derrocar el capitalismo en Rusia que en Italia. Según él, las instituciones capitalistas tenían tanto poder dentro de la sociedad italiana que la gente las consideraba una parte esencial de ella. Si estallara una revolución comunista, la gente le resistiría.

El poder duro, el poder blando y el poder inteligente pueden ser tanto atributos de un país como la forma por la cual dicho país utiliza esos atributos para influir en otros. Ellos no están tan relacionados con la noción de poder como propiedad de la estructura. Pero, ¿qué son esos conceptos?

¿Qué es el poder duro?

Cuando uno piensa en poder, la imagen inmediata que a menudo viene a la mente es la fuerza militar o económica. El poder duro es el uso de esta fuerza medible como medio para influir en el comportamiento o los intereses de otros Estados. Hay muchos elementos que otorgan tal capacidad a un país, como:

  • El tamaño de la población.
  • El tamaño del PIB.
  • La preparación de sus fuerzas armadas.
  • La cantidad de sus recursos estratégicos — por ejemplo, reservas de petróleo.

Los países que son abundantes en esos elementos generalmente tienen una voz mucho más grande en los asuntos internacionales. Ellos son capaces de coaccionar a otros para que hagan (o no hagan) ciertas cosas. Aunque ese enfoque puede ser efectivo, no está exento de limitaciones, y la dependencia excesiva de él a veces puede tener un efecto contraproducente.

Ocasionalmente, los países que tienen menos capacidad coercitiva pueden prevalecer sobre aquellos que tienen más. Ese fue el caso en la Guerra de Vietnam (1955-1975), cuando el gobierno comunista y su guerrilla derrotaron exitosamente a Estados Unidos.

¿Cómo surgió la idea del poder blando?

Cuando terminó la Guerra Fría, muchos estudiosos de las relaciones internacionales hipotetizaron que el poderío militar y económico perdería importancia en el mundo.

Uno de ellos fue Samuel Huntington, cuyo libro El Choque de Civilizaciones afirmaba que las «distinciones más importantes entre los pueblos ya no son ideológicas, políticas o económicas. Son culturales». Él creía que el Occidente se desvanecería mientras otras civilizaciones florecerían. Para él, el poder duro de América no sería suficiente para evitar ese proceso.

Otro autor interesado en la dinámica de la posguerra fría fue Francis Fukuyama. A diferencia de Huntington, Fukuyama especuló que la caída de la Unión Soviética significaba el triunfo de la democracia liberal y del capitalismo. Él pensó que Estados Unidos y sus socios gobernarían el mundo por la fuerza de sus instituciones. Por eso, afirmó estar presenciando el «fin de la historia», es decir, el fin de toda competencia a los ideales occidentales.

Lo que ambos autores tienen en común es que resaltan la relevancia de variables no militares y no económicas en el mundo actual. Esa idea va de la mano con el concepto de poder blando.

Las negociaciones diplomáticas son una forma de ejercer poder blando en el mundo. Foto con licencia libre de derechos para uso comercial.

¿Qué es el poder blando?

Según Joseph Nye, el poder blando es el empleo de activos culturales, ideológicos e informativos para persuadir a otras naciones a alinearse con los objetivos de uno, sin recurrir a la coacción. No es tan mensurable como el poder duro, porque tiene en cuenta activos intangibles de un Estado, como:

  • Las tradiciones de su diplomacia.
  • El atractivo de su cultura.
  • La resiliencia de sus instituciones políticas.

Para países como Brasil, esos activos ayudan a aliviar eventuales debilidades en su economía y fuerzas armadas. Al seguir una política exterior pacífica y al promover eventos culturales en el extranjero, los brasileños esperan persuadir a otros de su relevancia. Del mismo modo, Estados como Suiza esperan ser dejados en paz a cambio de su neutralidad en los conflictos internacionales. Ser neutral es una tradición y, en la mayoría de las veces, evita que otros los ataquen.

¿Qué es el poder inteligente?

A principios de la década de 2000, Joseph Nye acuñó la expresión «poder inteligente». Ella se refiere a una combinación de los otros dos tipos de poder: invertir en atributos materiales mientras se construyen simultáneamente alianzas y relaciones para promover los objetivos propios. Ella significa la capacidad de una nación para usar la mezcla adecuada de coerción y persuasión, dependiendo de la situación.

Países como Estados Unidos y China trabajan activamente para aumentar su poder inteligente. Por ejemplo, mientras que las tropas estadounidenses todavía tienen el presupuesto más grande del mundo, las películas y canciones estadounidenses han influenciado a los extranjeros durante mucho tiempo. De hecho, el «modo de vida estadounidense» sigue siendo una aspiración para muchos pueblos alrededor del mundo. Además, alianzas militares, como la OTAN y el TIAR, hacen que sus miembros sean más susceptibles de favorecer los intereses extranjeros de Estados Unidos.

Los chinos están tratando de contrarrestar eso promoviendo el idioma mandarín y participando en ofensivas de encanto. En el pasado, por ejemplo, la «diplomacia del panda» era la práctica de donar pandas a otras naciones como un regalo amistoso. Más recientemente, el Instituto Confucio y la red de televisión CGTN están siendo utilizados para promover la cultura china en el extranjero. En ciertos países, estas instituciones se consideran parte de la propaganda oficial del Partido Comunista Chino.

En esencia, el poder inteligente significa reconocer que ni el poder duro ni el brando, por sí solos, son adecuados en el complejo panorama global actual. Es necesario un enfoque adaptable, ajustándose a cada contexto específico y a los desafíos de cada momento.

Conclusión

En el vasto reino de la política global, comprender las diferencias entre el poder duro, el poder blando y el poder inteligente es fundamental. Mientras que el poder duro se centra en la coacción a través de medios tangibles, el poder blando enfatiza la atracción y la persuasión. Por otro lado, el poder inteligente busca fusionar los dos, asegurando un enfoque más adaptativo y estratégico en las relaciones internacionales. Según Joseph Nye, los países que dominan el poder inteligente tienen mayores posibilidades de convertirse en superpotencias.


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